Accidentes de Tránsito
Argentina es, lamentablemente, uno de los países con mayor tasa de víctimas fatales en accidentes de tránsito a nivel mundial. Como puede observarse en los gráficos 1 y 2 (el 1 data del 2002, pero su ratio se mantiene), los números resultan -cuanto menos- alarmantes. Duplicamos la cantidad de victimas fatales de países como Brasil, triplicamos al de países como Chile, y cuadruplicamos la cantidad de víctimas, comparando con países miembros de la comunidad europea. Estas cifras son claras, inocultables, pero lo que es peor, injustificables.
Con un crecimiento sostenido en la venta de vehículos 0km, no debemos esperar otra cosa más que estas cifras crezcan. Claramente, la falta de políticas conjuntas entre la Nación y las Provincias, con reglas de tránsito poco claras y un nivel de corrupción calamitoso, que permite, ante la absoluta falta de controles, conseguir registro de conducir, sin los exámenes correspondientes, no debemos esperar tampoco que el problema encuentre solución.
La falta de controles que mencionáramos y la pésima aplicación de las multas (recaudatorias y no correctivas), permiten un comportamiento de conducción osado que, claramente, contribuye a magnificar este problema. Sumado al pésimo estado de la calzada en gran cantidad de caminos de gran circulación y tránsito vehicular, en áreas metropolitanas, pero también rurales. Una nula integración del peatón y medios de locomoción alternativos, también son parte del problema. Sin olvidar la insuficiente cantidad de controles por consumo de alcohol en horarios adecuados, la total falta de controles en terminales de ómnibus de media y larga distancia, y también, la falta de exámenes de aptitud necesarios en choferes de líneas de colectivo. Como podremos observar, una breve referencia a los más variados problemas que nos aquejan, sin mencionarlos todos, nos revela cabalmente la magnitud del problema, que podría, caprichosamente, resumirse en uno solo; el de una absoluta falta de ordenamiento urbano y aplicación -porque la legislación existe- de las normas que regulan el tránsito.
Ante este panorama, Estudios como el nuestro, se encuentran constantemente atendiendo consultas relacionadas a accidentes y siniestros con víctimas lesionadas y casos con fallecidos. Entiéndase que la tasa de siniestralidad, altisima, y la falta de control en esta materia, abonan el terreno de la corrupción y la confabulación. Hoy por hoy, la cantidad de vehículos que circulan sin seguro (inclusive en la Capital Federal) resulta altísimo, pero lo que es peor, los hay con seguros, que no debieran operar, y si lo hacen, es, una vez más, por la total falta de controles, en este caso, de parte de la Superintendencia de Seguros. Hace poco tiempo, conocimos que TBA, contrataba una póliza de seguros para la red del ex ferrocarril Sarmiento, por un monto total por acontecimiento de $ 2.000.000.- de pesos Argentinos. Monto sospechosamente bajo, los trenes, no suelen chocar, pero cuando lo hacen, el daño que generan es gravísimo, jamás se debió permitir una cobertura insignificante, que solo equivale a ninguna cobertura.
Ante la nula prerrogativa que ofrece la superintendencia (que debiera controlar el comportamiento y balance de las compañías aseguradoras en Argentina), las compañías -no todas- abusan de los particulares, desatendiendo los reclamos y especulando con el hartazgo, que hace que usted, ante el tedio de un interminable peregrinar en búsqueda de papeles inútiles y demoras en la atención, termine por abandonar todo reclamo. Una vez más, la falta de controles contribuye al abuso y deshonestidad manifiesta. Este circulo vicioso retro alimentado por un estado ausente, a, evidentemente, multiplicado la tasa de muertes y lesiones graves de particulares, generando, no sólo pérdidas cuantiosas de dinero y vidas humanas, sino también, un negocio increíblemente lucrativo y nefasto para los inescrupulosos de siempre.
Esta situación particular que nos lleva a análisis, requiere una profunda modificación del sistema de compensaciones, y una necesaria reforma judicial y legislativa, que multe el accionar caprichoso y las malas conductas. Mientras tanto, y sin ver solución en el horizonte, el Estudio seguirá atendiendo al damnificado, brindando contención e idoneidad, para, si no resolver, quizá contribuir a una solución, por eso, lo llamamos a meditar sobre esta cuestión y a asesorarse siempre con personas idóneas, cuyo objetivo no sea, necesariamente, el de lucrar a toda costa, sino el de reclamar lo que es debido y brindar una mano experta. Como resultaría ilusorio compeler una disculpa, todo comportamiento irregular, debe atacarse judicialmente, de manera implacable, sosteniendo la defensa de un derecho vulnerado, no solo persiguiendo un beneficio económico, sino también apelando a un castigo suficiente, penal y civilmente, que obligue un cambio en la conducta de aquellos que, por acción u omisión, permiten que el problema se agrave, a pesar suyo y a pesar nuestro.
La justicia está para administrar la aplicación de las leyes que nos gobiernan. Ante la falta de políticas eficientes, y el descrédito, muchas veces calumnioso e interesado, que se ha formado buena parte de la opinión pública respecto a su accionar, debemos llamar a conciencia y hacer entender, que la única manera, eficaz y viable de cambiar la conducta de funcionarios, aseguradoras, legisladores y de organismos de contralor, es instando las acciones legales hasta las últimas consecuencias. Atreverse a reclamar es el primer paso, de muchos otros, que deberemos dar, para solucionar este flagelo que mata a más de 20.000 argentinos al año, y cuya cifra, tristemente, sigue creciendo.
Con la mayor consideración atentamente lo saluda,
Dr. Carlos Liberman
Comentarios desactivados